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lunes, 7 de junio de 2010

PACHIRA (PACHIRA AQUATICA)


Esta extraña planta es originaria de los estuarios fluviales de México y de las regiones tropicales de Sudamérica; en Europa septentrional es una planta doméstica poco frecuente, pero a veces puede adquirirse en forma de esqueje de caña. De la parte superior de esta “caña” emergen unas hermosas hojas palmeadas. En su hábitat natural, la pachira puede alcanzar la impresionante altura de 18’5 metros, con hojas de hasta nueve foliolos, con una longitud de 30 centímetros. Las flores son enormes, de unos 35 centímetros, provistas de numerosos estambres que han valido a este género el nombre de “árbol en brocha de afeitar”. Las flores duran poco y los ejemplares de interior no suelen florecer. En Florida y en los países tropicales suelen plantarse ejemplares de gran talla como árboles de sombra.
Puede cultivar esta planta allí donde la temperatura no descienda por debajo de los 5º C; es mejor que la temperatura sea más alta, y si supera los 21º C será necesario ventilarla bien.
La pachira necesita mucha luz, pero indirecta: evite que el sol le dé de lleno, ya que es muy probable que las delicadas hojas se chamusquen.
Durante el período de crecimiento, el sustrato debe estar siempre húmedo, pero procure que no quede empapado, ya que las raíces necesitan un adecuado equilibrio agua-aire. En invierno, si hace frío, el sustrato deberá estar sólo ligeramente húemdo.
Los requerimientos hídricos de la pachira permitirán que el ambiente que rodea al follaje sea siempre muy húmedo. No obstante, cuando haga mucho calor, será mejor que pulverice ligeramente las hojas.
Durante el período de crecimiento, abónela cada dos o tres semanas con un fertilizante para plantas de interior a mitad de la dosis recomendada. Los injertos de caña no deben abonarse hasta pasadas seis semanas.
Cultive la pachira en sustrato turboso, al que habrá añadido una cuarta parte de arena de horticultor. El transplante debe hacerse en primavera y sólo cuando las raíces sobresalgan por los agujeros del drenaje.
Para que el sustrato no se seque totalmente en verano, coloque la maceta sobre una estera capilar, que deberá mantenerse siempre húmeda. Impida que se sature, regando la estera hasta que brille, pero sin que quede empapada.
Compruebe también que la maceta permita que el sustrato entre en contacto con la estera capilar: la base de algunas macetas tiene un reborde tan grande que lo impide; el ascenso del agua por capilaridad sólo tiene lugar si el sustrato está permanentemente en contacto con la estera.

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